8 de Marzo

DOLOR CRÓNICO Y GÉNERO


20 mujeres por cada hombre con etiqueta de fibromialgia

3 a 1 en el caso de las cefaleas crónicas

Más del doble en consumo de analgésicos

Muchísimos más diagnósticos de trastornos emocionales de ansiedad-depresión, y consumo de ansiolíticos...

Pero:

Menos ingresos hospitalarios, menos ingresos en UCI

Menor porcentaje de derivaciones a Unidades del dolor...


¿Será que los hombres no lloran? ¿Qué nosotras nos quejamos más? ¿O que duele ser mujer?

¡Si vivimos de media casi 5 años más que los hombres!


Indudablemente tenemos un sistema sanitario muy desarrollado, y los avances científicos en el campo de la salud se suceden a gran velocidad. Parecemos omnipotentes: para todo tiene que haber una solución, y por ello las expectativas de los pacientes son muy altas.

Pero en realidad, por desgracia hacemos una medicina en muchos casos defensiva, con solicitud de pruebas diagnósticas no siempre justificadas, "por si acaso", y muy centrada en la toma de medicamentos, aun cuando no tenemos un diagnóstico sino sólo un síntoma, una queja.

Pero con cada "tirita" que ponemos en forma de pastilla asumimos de alguna manera responsabilidad en la cronificación del síntoma, ya sea dolor, mareo, astenia, insomnio, nerviosismo... Colocamos al (la) paciente en situación de pasividad-dependencia, ante nuestra omnipotencia, dado que tenemos respuesta en forma de tratamiento para casi todo.


Todo lo comentado en esta página web gira en torno al constructo teórico del Dr Goicoechea de la disfunción evaluativa cerebral como responsable de los errores del sistema defensivo del organismo, que pueden explicar muchos de estos síntomas sin explicación médica


Pero no se trata sólo de conocer su teoría: Usemos también el método Goicoechea: tenga el sexo, la edad, la historia que tenga, sin prejuicios, demos a quien se siente enfrente el trato de persona inteligente que se merece. Escuchemos, exploremos y expliquemos. Y en este campo al menos y a ser posible, sin recetas. Ofrezcamos una red de seguridad al paciente, que minimice los riesgos de errores o retrasos en el diagnóstico, pero NO hagamos lo que no tenemos que hacer. Por su bien y por el nuestro.

Porque no es casualidad que en esta historia seamos más mujeres que hombres las "víctimas".

No son siempre los genes ni las hormonas ni una especial respuesta inmunitaria: no es cuestión de sexo, sino de género. Nuestro lugar en la historia, en la sociedad, en la familia y en el sistema sanitario han ido generando esta situación.

Y sólo si cambiamos la forma de hacer las cosas obtendremos resultados distintos. Mientras tanto, más pastillas, más dolor, más frustración. Sobre todo, con nombre de mujer.


MUJER Y DOLOR. Dolor torácico


La causa principal de muerte de las mujeres son las enfermedades del aparato circulatorio, en mayor proporción que en los hombres (32%-26%). La mayoría en ambos sexos son procesos cardiovasculares (72 % en las mujeres. 73% en los hombres)

Sin embargo en el imaginario social y posiblemente también en el sanitario el paciente tipo que sufre un infarto es un hombre.


Las mujeres que acuden a un hospital con un evento coronario agudo tienen mayor tasa de mortalidad durante el ingreso y en el año posterior al evento que los hombres, en todos los grupos de edad hasta los 79 años.

Si se mide tanto el tiempo que tarda en consultar una persona por dolor torácico con el servicio de urgencias, como el que pasa desde la entrada en la misma hasta la realización de la coronariografía o del tratamiento trombolítico, es más largo de forma estadísticamente significativa para las mujeres que para los hombres.


Además las pruebas diagnósticas más empleadas en el estudio de la cardiopatía isquémica tienen índices de sensibilidad y especificidad más altos para los hombres que para las mujeres. Probablemente es así porque tradicionalmente la investigación médica se ha realizado con más pacientes hombres que mujeres.


Cuando se pregunta a mujeres jóvenes diagnosticadas de infarto de miocardio (estudio VIRGO, realizado con pacientes de ambos sexos menores de 55 años,) por qué no consultaron antes, la mayoría adujeron que no pensaban que se tratara de un infarto, y que además tenían miedo de ser tachadas de hipocondríacas si al final no era nada. Y tal vez no les falte razón, pues de las que consultaron antes, hasta en un 53% de ellas en el primer contacto no se consideró que pudiera tratarse de un evento coronario.


Las diferencias por sexo no deberían justificar las discriminaciones por género:

estas diferencias no justifican la extrapolación de los resultados obtenidos en investigación mayoritariamente en hombres, ni la falta de sospecha diagnóstica en la atención sanitaria, ni la sobreutilización de explicaciones alternativas (ansiedad...), ni la infrautilización de recursos diagnósticos-terapéuticos, ni el uso sistemático de pruebas inadecuadas.


Desde que en 1991 Healy acuñó el término de Síndrome de Yentl para referirse a la invisibilidad de las mujeres en los estudios de las enfermedades cardiovasculares las cosas han ido cambiando a mejor. Hay afortunadamente mucha investigación e información al respecto. Pero parece que la mujer que no se comporta de acuerdo a los estándares masculinos tradicionales sigue teniendo menos posibilidades de ser correctamente diagnosticada y tratada, también en el campo de las enfermedades vasculares. Aunque la mayoría del personal sanitario seamos mujeres.


Cambiemos, como ciudadanos y como profesionales, pequeños gestos del día a día para concienciar y concienciarnos de que la enfermedad cardiovascular es cosa de de todas.


( Basado en la ponencia "Atención cardiovascular y sesgos de género", del Dr. H. Bueno en la IX Jornada sobre Violencia de género en Osakidetza, diciembre de 2020, y la editorial de la Dra. M. Tellería, https://recintervcardiol.org/es/editorial/mujer-e-iamcest-una-responsabilidad-compartida)


Marisol Pérez de San Román 

Médico Atención Primaria


¡Crea tu página web gratis!